La Vitamina D para el sistema inmunitario
Conocemos la Vitamina D – también llamada la Vitamina del Sol – por su efecto protector para la salud de los huesos, ya que contribuye a la absorción del calcio. De hecho, cada vez más estudios la relacionan también con la buena eficiencia del sistema inmunitario.
Siempre nos han dicho que estemos al sol – con las debidas precauciones, por supuesto – ya que nuestro cuerpo produce la Vitamina D precisamente gracias a la exposición a los rayos solares: su importancia siempre ha estado relacionada con el efecto que tiene en fijar el calcio en los huesos, una acción muy importante tanto para prevenir el raquitismo en los niños como para proteger a los ancianos de la acción de la osteoporosis. Esta Vitamina, que en su forma activada actúa en realidad como una hormona, está demostrando sin embargo que no se limita a esta función tan importante.
Vitamina D, sistema inmunitario e inflamación
Actuando como una hormona, la Vitamina D influye en el funcionamiento de varios órganos y sistemas interconectados dentro de su propio cuerpo: por eso actúa como un verdadero antiinflamatorio y ayuda a reforzar el sistema inmunitario, proporcionando así al cuerpo los recursos necesarios para protegerse de los ataques externos. Aunque los estudios desde este punto de vista aún no son definitivos, los resultados obtenidos hasta ahora parecen llevar todos en esta dirección.
¿Dónde encontramos la Vitamina D? La mayor parte de ella, como se ha dicho, se produce en la piel durante la exposición a los rayos UVB del sol (no por nada se le llama precisamente la Vitamina del Sol).Un grasa contenido en la epidermis, cuando se expone a los rayos UVB, se transforma en Vitamina D y de ahí pasa al torrente sanguíneo y luego al hígado y a los riñones, donde se activa.
La Vitamina D se produce en gran parte por nuestra piel durante la exposición a los rayos solares, pero también se puede encontrar en algunos alimentos. La suplementación se recomienda siempre que se detecte una deficiencia y especialmente en los meses fríos, cuando tendemos a pasar menos tiempo al aire libre y a abrigarnos más. Su acción parece ser importante también en lo que respecta al sistema inmunológico.
En cuanto a la alimentación, aparte de los alimentos que están fortificados, podemos encontrarla en los pescados grasos, en la yema de huevo y en el hígado, aunque la fuente principal sigue siendo siempre la exposición solar.La Vitamina D que se obtiene a través de la alimentación se absorbe a nivel intestinal: de aquí, al igual que la producida por la piel, pasa al torrente sanguíneo y luego es activada por el hígado y los riñones.
Una exposición al sol insuficiente – probable sobre todo en nuestras latitudes durante los meses de otoño e invierno – puede causar bajos niveles de Vitamina D en la sangre, con todas las consecuencias que esto conlleva: es mejor, por lo tanto, monitorear los propios niveles de este importante nutriente y, en caso de que sean demasiado bajos, integrarlo para asegurarse todos los beneficios. Sin embargo, atención a no exagerar: niveles demasiado altos de Vitamina D también pueden ser perjudiciales para nuestro cuerpo, es mejor mantenerse en la parte alta del rango considerado de normalidad.
¿Cómo actúa la Vitamina D en el sistema inmunitario?
La acción de la Vitamina D en el sistema inmunitario dependería de su capacidad para activar los Linfocitos T, es decir, las células encargadas del reconocimiento de los cuerpos extraños dañinos para nuestro organismo y de su eliminación. La Vitamina D actuaría sobre la formación de receptores específicos en la superficie de los Linfocitos T, haciéndolos capaces de identificar los cuerpos extraños y, por lo tanto, de responder adecuadamente a los ataques externos.







