Proteger el bienestar de las defensas inmunitarias
Nuestras defensas inmunitarias están siempre activas y realizan un importante trabajo en apoyo al bienestar de nuestro organismo: si en condiciones óptimas son capaces por sí solas de hacer frente a los ataques externos, no obstante, situaciones estresantes para nuestro organismo las ponen a dura prueba, con repercusiones importantes en nuestra calidad de vida. Entre los factores que más influyen en el bienestar de las defensas inmunitarias recordamos el estrés (que ciertamente no falta en el estilo de vida moderno), el cambio de estación (que como hemos visto pone a prueba el sistema inmunitario e influye en nuestros biorritmos), pero también el uso de antibióticos, el consumo de alcohol, la sedentariedad, el peso excesivo y así sucesivamente.
Recordemos que el sistema inmunitario - que como todos saben combate los ataques provenientes del exterior (virus, bacterias, parásitos, etc.) - tiene una función importante también desde el punto de vista interno: de hecho, está diariamente comprometido a interceptar y eliminar las "células descontroladas" que, si se dejan libres en nuestro cuerpo, pueden formar, por ejemplo, masas tumorales. En resumen: una serie de buenas razones por las cuales es de nuestro interés asegurarnos de que el sistema inmunológico esté siempre en las mejores condiciones para protegernos y cumplir plenamente su función.
El bienestar de las defensas inmunitarias depende tanto de los biorritmos naturales como del estilo de vida que llevamos, sin olvidar las predisposiciones personales. Para ayudar a nuestras defensas, podemos, ante todo, llevar una vida sana, cuidándonos día a día: cuando más lo necesitamos, la naturaleza viene en nuestra ayuda con una serie de valiosos principios activos.
Elementos que reducen el bienestar de las defensas inmunitarias
El cambio de estación siempre es un período delicado para nuestras defensas inmunitarias: el cuerpo humano sigue ritmos biológicos precisos relacionados con la naturaleza y en el cambio de estación (en particular cuando se acerca el invierno) el organismo está sometido a un importante estrés. En este período, empeoran los problemas relacionados con la piel como las dermatitis, pueden recrudecer las patologías depresivas, los cambios en los niveles hormonales pueden hacernos sentir más cansados y nerviosos, y así sucesivamente.El estrés, a menudo crónico y relacionado con el estilo de vida que se lleva, es un factor importante en el bienestar de las defensas inmunitarias: se trata de una respuesta natural a situaciones extremas, de peligro (estresantes, precisamente), que requieren una respuesta inmediata por parte del organismo.Se trata de una reacción muy importante, ya que permite, por ejemplo, a los animales reaccionar de manera inmediata a situaciones en las que la velocidad de respuesta puede significar la supervivencia. Sin embargo, los estilos de vida modernos tienden a desnaturalizar esta respuesta natural, volviéndola por un lado crónica, y por otro, no adecuada a los estímulos externos. En esta situación, el sistema inmunológico se ve sometido a una carga de trabajo extra: si se prolonga en el tiempo, el estrés hace que nuestras defensas inmunitarias sean menos eficientes (para hacer una comparación con nuestras vidas, podemos pensar en cuando tenemos demasiadas tareas que realizar y, por un lado, no logramos completarlas de la mejor manera, y por otro, probablemente terminamos dejando algunas atrás).
Los antibióticos: podríamos pensar que estos medicamentos son una ayuda para nuestras defensas, y de hecho, a nivel general lo son.El problema es que los antibióticos pueden dañar la flora bacteriana intestinal, que es de fundamental importancia en el bienestar de nuestro sistema inmunitario. De hecho, simplificando, podríamos decir que es aquí donde nace buena parte de nuestras defensas inmunitarias. Si la flora bacteriana intestinal ya no es capaz de desempeñar su función de la mejor manera, nuestras defensas también se verán afectadas. Esta es una de las razones (no la única) por las que los antibióticos son, sí, una ayuda valiosa, pero deben utilizarse de manera consciente y solo cuando realmente se necesiten (prestando atención también a lo que comemos).
Otros elementos que tienen un impacto negativo en nuestro sistema inmunológico son, por ejemplo, una mala alimentación (tanto porque puede empobrecer la flora bacteriana intestinal, como se mencionó anteriormente, como porque las proteínas tienen una función importante en la formación del sistema inmunológico), la sedentariedad y - pero en este punto poco podemos hacer - la edad que avanza, ya que los glóbulos blancos se vuelven menos efectivos con el paso de los años.
Por lo tanto, tenemos una serie de factores que podemos combatir de manera activa con nuestro estilo de vida: cuidarse a uno mismo es siempre el primer paso para nuestro bienestar.Cuando más lo necesitamos, la naturaleza nos ayuda con una serie de principios activos que pueden ser de gran ayuda: Vitamina D, uncaria, Vitamina C, papaya, equinácea y otros suplementos pueden constituir un importante apoyo al bienestar de nuestras defensas inmunitarias.








